Si la política no es nuestro evangelio y ningún político es nuestro salvador, entonces, ¿Debemos mantenernos al margen, evitando nuestro compromiso cívico por completo? ¿solo nos dedicamos a compartir el evangelio y dejamos que el mundo se haga cargo de la política? ¿Qué temas políticos están prohibidos? ¿El Aborto? ¿Los cambios de sexo en menores? ¿La libertad religiosa? ¿No son estas cuestiones, morales primordialmente?
En un momento en el que todo lo que tiene repercusiones se vuelve un tema político, los cristianos deben considerar cual debe ser su papel en la sociedad y también cuál es su deber cívico. Este mes, estamos analizando por qué y cómo es que los cristianos deben participar en el ámbito político. Hoy, hacemos la pregunta: “¿Cómo es posible no hacer nada?”
El teólogo, pastor y autor Dr. Kevin DeYoung de Christ Covenant Church en Carolina del Norte advierte a los cristianos y a los pastores de no caer en una de estas dos trampas, el aislarse de la política o, hacer de la política un ídolo. Él comenta (Aprende más en inglés): “Si un pastor es mejor conocido por sus puntos de vista sobre el COVID-19 o por su análisis sobre el último tiroteo, en lugar de que sea conocido por su intelecto sobre temas como la Trinidad, la persona de Cristo y el evangelio, entonces algo anda mal”.
Pero tratar de separar la fe de todo asunto político es imposible, especialmente para el mundo cristiano, dice DeYoung. “No hay ninguna categoría llamada ‘política’ que se pueda aislar de manera segura de la categoría que llamamos ‘religión’… Siempre que la política tenga que ver con el gobierno humano, la naturaleza humana, el bienestar humano, la ética, las leyes, los derechos, los deberes, la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, el cristianismo será, en el sentido fundamental, inevitablemente político”.
El Dr. Wayne Grudem, teólogo y ex profesor de investigación en el Seminario de Phoenix, escribió un libro sobre el tema, titulado: “La política de acuerdo con la Biblia”. Un artículo que menciona al Dr. Grudem (en inglés) señala que cuando el evangelio transforma a las personas, también cambia todo en su entorno: “Las familias se renuevan. Las escuelas se rejuvenecen. Las empresas reorientan su misión y propósito. Aún más, debido a que el evangelio de Cristo cambia los corazones, también cambia el curso del gobierno civil”. Dice que es parte de amar al prójimo de manera integral: “Eso significa que nos preocuparemos por las leyes que protegen a los bebés en el vientre. Nos preocuparemos por las leyes que defienden los matrimonios y las familias. Si amamos a nuestro prójimo, naturalmente nos preocuparemos por las influencias morales corruptas que se infiltran en las escuelas públicas”.
El fallecido Charles Colson, del Centro Colson, creía que, a través de la participación política, “los cristianos reflejan el amor, la justicia y la rectitud del reino de Dios”. Y a través de esas normas éticas, “el reino de Cristo rompe los círculos viciosos e irreversibles de violencia, injusticia e interés propio… equipándolos para ser los mejores ciudadanos en los reinos de los hombres”. Citando a San Agustín.
Colson señala la necesidad de ver a Dios como el punto de referencia supremo: “Si eliminamos lo trascendental le quitamos el significado a la ley… Sin esto no hay causa justa para la obediencia, y eso significa que el Estado necesitará incrementar su poder represivo continuamente”.
Los cristianos activos en el gobierno civil pueden ser entonces una especie de barrera contra la cultura. El fallecido James Boice escribió: “Las personas con valores cristianos son… los únicos ciudadanos que realmente hacen avanzar a la nación en la dirección de la justicia y la verdadera rectitud”.
David Closson, Director de Ética Cristiana y Cosmovisión Bíblica en el Consejo de Investigación de la Familia (FRC por sus siglas en ingles), comenta (en inglés) que, “Aunque ‘peregrinos y desterrados’ (1 Pedro 2:11) en este mundo, [los cristianos] son, sin embargo, ciudadanos de la ‘Ciudad del Hombre’ así como de la ‘Ciudad de Dios’. Los cristianos deben esforzarse por ser buenos ciudadanos de ambas ciudades”. Closson advierte que nuestra participación en el proceso político debe ser bíblica: “Esto requiere que estemos preparados para lidiar con los problemas morales de nuestros días dentro de la realidad de nuestro sistema bipartidista, y debemos usar nuestras convicciones cristianas para votar por candidatos y partidos que apoyen valores bíblicos claros”.
El Dr. John Frame, mejor conocido por sus 31 años en el Seminario Teológico de Westminster, nos comparte (en inglés) que el cristianismo pone la política en perspectiva, ya que Dios nos coloca como mayordomos de lo que en última instancia es Suyo.
“Una vez que ponemos nuestra fe en Dios, en Jesucristo, entonces podemos ver que el gobierno juega un papel importante. Cristo nos da la libertad de ver la tiranía de un gobierno arrogante, pero también no da la libertad de involucrarnos en el ámbito político para buscar una mejor sociedad. Y, sobre todo, Dios nos perdona y nos libra del pecado, y promete escuchar nuestro clamor por justicia. Nuestra fe en Dios nos ayuda a ver la política tal cual es: sin que caigamos en una exagerada obsesión por ella, pero tampoco descartándola como algo sin importancia, sino valorándola como un regalo de Dios. Aquí no hay lugar para el fanatismo político ni para la apatía política. Dios es soberano”.
Te invitamos a que te unas junto con nosotros en oración por nuestra nación y nuestros líderes gubernamentales